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Fotos por Poncho Civeira

Reseña: Wacken Open Air 2018 (3 de 3)

Unidos Por El Metal

Tercer día, 4 de Agosto

Fue triste pensar que llegó el último día en Wacken, pero los lamentos pronto se convierten en energía para estar a tope de rendimiento durante las últimas 24 horas de música. Esas horas finales comenzaron con Wintersun, banda que conquistó el Harder Stage con tan sólo cinco canciones. Venían promoviendo su disco The Forest Seasons, inspirado en la pieza “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi, por lo que tocaron las canciones de primavera y verano. No obstante, los finlandeses se dieron el tiempo de incluir Battle Against Time, Sons of Winter and Stars y Time en su presentación, que derrochó talento a cada momento. Muchos teníamos la duda si Kai Hahto iba a tocar con ellos tras su actuación con Nightwish la noche anterior, tal como lo hizo Chris Adler con Lamb of God y Megadeth durante el KnotFest México 2015. Pues no, el exmiembro de Rotten Sound no salió al escenario y fue sustituido por el baterista de Stratovarius y de Wintersun durante la ausencia de Hahto: Rolf Pilve.

Wintersun

La presentación de Alestorm en el Faster Stage, que comenzó tras finalizar la de Wintersun fue otro de los puntos más altos del festival. Su entrega y espíritu festivo alcanzaron a cada alma que los presenció, haciendo que muchos de ellos se sentaran en el suelo para simular que remaban un barco. Con Drink, Mexico, Hangover, Captain Morgan’s Revenge y Fucked With An Anchor, el espíritu pirata se apoderó del Infield. Los músicos contagiaban su ambiente festivo (ya que cuando tienes un patote de hule sobre el escenario es poco probable que fracases en esa misión), por lo que las filas estilo conga volvieron y los primeros crowdsurfers del día empezaron a circular sobre las personas.

El proceso para que alguien haga crowdsurfing es el siguiente: alzar a una persona entre varias para lograr colocarlo en posición horizontal, o al menos lo más horizontal que se pueda. La persona levantada debe mantener una posición de “Cristo” (oh sí, la ironía), es decir, con los brazos extendidos. La razón es sencilla: entre más áreas del cuerpo se pueda distribuir el peso de la persona encima de la multitud, será más fácil mantener a la persona horizontal y por encima de las cabezas de todos. Quienes estén en el camino de este valiente metalero deben ayudar a cargarlo y trasladar una parte de su cuerpo. Para quienes tengan la mala fortuna de no estar muy atentos, es probable que la persona caiga sobre ellos; pero no te preocupes, ya que generalmente habrá algún ser que se apiade de tu distraída alma y te avise que alguien está buscando llegar a la barda para, en este caso, beber con los piratas.

Alestorm
Público «navegando» con Alestorm

Después de caminar un rato por el Metal Market y aprovechar el tiempo para conseguir los recuerditos necesarios – tanto personales como de nuestros conocidos – llegamos a ver a la segunda banda mexicana del festival: Cemican. Ellos fueron invitados directamente por la organización del festival para presentar su metal prehispánico en tierras germanas. ¿El resultado? Un concierto muy especial no sólo para ellos, sino para toda la gente que los vio. La cantidad de mexicanos reunida en el Wackinger Stage era impresionante y daba mucho gusto ver a tanto compatriota presente para apoyar al metal nacional, pero era aún más impresionante la cantidad de gente alrededor que provenía de otros países y que, atraídos por la llamativa imagen de cada miembro y los curiosos sonidos que emitían sus instrumentos, se quedaron a presenciar el espectáculo que daban Tecuhtli, Mazatecpatl, Tlipoca, Yei Tochtli, Ocelotl y Xaman sobre el escenario.

Anahuak, Guerreros de Cemican, Xipe Totec, La Que Baja de las Estrellas y otras canciones le mostraron al mundo del metal un poco sobre nuestras raíces junto a toda la indumentaria que la banda tenía preparada para esta presentación: corpse paint estilo prehispánico, plumas, fuego, una bandera mexicana, armas aztecas, penachos gigantes, prendas ad hoc con la época que buscan revivir con toda su majestuosidad; ¡incluso un sacrificio humano (ficticio, por suerte) sobre el escenario durante Ritual! El mosh pit que apareció casi al final de su set fue inmenso; parecía la parte final y más grande de este ritual que duró cerca de 45 minutos. Huitzilopochtli y Tláloc seguramente estaban complacidos con este tributo realizado en la Tierra Santa del Metal.

Metal Market

Cemican

Rápidamente corrimos para alcanzar una parte del set de Gojira, sin duda una de las mejores bandas del planeta actualmente. Quienes los hayan podido ver en vivo no nos dejarán mentir: el poder, la furia, la precisión y la pasión con la que la banda de Bayonne, Francia, compone su música y la toca en vivo es algo digno de destacar y que muy pocos artistas en el mundo tienen con ese nivel. El Faster Stage estaba rendido a sus pies gracias a Explosia, Stranded, The Heaviest Matter of the Universe y Flying Whales, donde evidentemente empezaron a aparecer y volar las ballenas inflables en la multitud. Por cierto, una de ellas tenía la bandera de México atada a su cola. Durante L’Enfant Sauvage, Joe Duplantier no se reservó nada para él y desgarró su garganta en cada canción mientras rasgueaba las cuerdas de su guitarra con toda la ira que le produce el tema del daño ambiental. Su hermano, Mario, se ha vuelto uno de los bateristas más precisos del género, como lo demostró en piezas complicadas The Cell. Jean-Michel Labadie fue una pirinola en el bajo y azotó no sólo su cabeza sino su cuerpo entero al ritmo de Vacuity. El más calmado de todos, pero que aun así le entregó todo al público del Faster Stage, fue Christian Andreu en la segunda guitarra; a pesar de ser un poco más reservado, sus sentimientos desbordaban durante Silvera. Ver a Gojira en vivo es un total agasajo, sabiendo que estás frente a uno de los mejores actos de metal del planeta.

Gojira

Tras una breve parada en la ESL Arena para bajar las revoluciones de lo que acabábamos de atestiguar, nos dirigimos al Bullhead City Circus para ver a una agrupación que llegaba desde Suecia. Nocturnal Rites se presentó en el W:E:T Stage para complacer al público con temas clásicos y, de paso, seguir promoviendo el disco Phoenix que salió el año pasado. Afterlife, Fools Never Die y A Heart As Black As Coal se hicieron presentes en esta dosis de power metal, gracias a la cual los pocos fans presentes bajo la carpa más grande de Wacken parecían estar pasando un rato bastante agradable.

ESL Arena

Nocturnal Rites

Arch Enemy nos recordaba que estábamos a pocas horas de concluir el festival. Sin embargo, estuvieron a la altura de la hora en la que tocaron, desplegando un gran espectáculo de fuego, energía y excelente música (a excepción de algunas canciones de su más reciente álbum, Will To Power). Ravenous, You Will Call My Name, Avalanche y Nemesis formaron parte del ataque death metalero del grupo formado por Michael Amott en 1995; pero nadie sabe dónde quedaron Under Black Flags We March y Yesterday Is Dead And Gone. Ahora, la eterna polémica: ¿Alissa White-Gluz está a la altura de Angela Gossow? ¡Claro! Quizás la joven canadiense no tenga la misma presencia sobre el escenario ni la voz tan monstruosa que tenía Gossow; no obstante tiene gritos que encajan perfecto en Arch Enemy, una energía inagotable – con la que corría de una lado a otro del escenario y mateaba sin mostrar señales de cansancio – movimientos y gestos que no sólo le dan frescura a la banda, sino que reflejan una entrega total por la música. Jeff Loomis, Sharlee D’Angelo y Daniel Erlandsson, como siempre impecables en la guitarra, el bajo y la batería. Pero, ¿y Michael Amott? Quizás ya empezó a entrar en una etapa de declive o no se sentía tan cómodo sobre el escenario porque ha tenido presentaciones mucho mejores. Pero los suecos (en su mayoría) entregaron un gran show que, aunque quedó a deber, dejó contentos a la mayoría de los presentes en el Faster Stage.

Arch Enemy

Mientras tanto, en el Louder Stage, otra gran sorpresa. Casi sin producción escénica, Ensiferum atrapó al público con su extraordinaria música y, sobre todo, mucha entrega. Markus, Petri, Sami y Janne fueron sumamente expresivos al interpretar sus melodías con temática nórdica, con lo que el cuarteto de folk metal de Finlandia no sólo cumplió con las expectativas, sino que las superó. Evidentemente tenían que sonar In My Sword I Trust, Lai Lai Hei y Iron, que cumplían a la perfección con un sonido cargado de energía, como una horda de vikingos preparándose para la batalla. Con cada momento que pasaba, era más difícil alejarse del tercer escenario más importante de Wacken.

Ensiferum

Poco después de concluido su show, llegaba uno de los momentos más especiales e históricos de la noche. Tras 30 años de carrera, Helloween se presentaría en el Faster Stage de Wacken Open Air con los miembros más importantes de sus diferentes alineaciones como parte de su gira Pumpkins United. ¡Qué verdadera dicha poder haber sido parte de aquel momento! Poder escuchar las legendarias voces de Michael Kiske y Andi Deris juntas fue un privilegio total, ya que compartieron la labor vocal en temas como Dr. Stein, Halloween, Pumpkins United, Keeper of the Seven Keys y Future World. Sin embargo, cada uno cantó canciones de su época: Kiske nos mandaría de vuelta a los 80 con I’m Alive, A Little Time y Rise And Fall, mientras que Deris cantaba Are You Metal?, If I Could Fly y Why?. Incluso Kai Hansen tomó los micrófonos en algunas ocasiones para recordar la primera época de su banda, por ejemplo con un medley del disco Walls of Jericho que incluyó Starlight, Ride the Sky, Judas y Heavy Metal (Is The Law). ¡Excelente presentación!

Qué alegría haber visto también reunido al ataque de guitarras y bajo original de Helloween: cuando Kai Hansen, Michael Weikath y Markus Grosskopf se unían para moverse al mismo tiempo, una sensación escalofriante y satisfactoria recorría la columna vertebral y la piel. ¡Y qué bien suenan con la ayuda de Sascha Gerster, el tercer guitarrista! A pesar de llevar varios años en la banda alemana, entiende perfectamente su labor y deja que Kai y Michael tengan los reflectores en varias de las canciones. Sólo faltaba Ingo Schichtenberg en la batería, pero traerlo de vuelta hubiera estado muy difícil (y creepy), ya que falleció en 1995, poco después de que la banda lo despidiera; no obstante, contó con su tributo a la mitad de su concierto. En su lugar está Daniel Löble, quien desde 2005 cumple a la perfección con la labor que Ingo realizó durante la época dorada de Helloween. La emoción del público era evidente: brincaban, aplaudían, gritaban “It’s Helloweeeeeen!” o “I Want Out!” a todo pulmón, alzaban sus banderas al aire, levantaban una calabaza inflable gigante, reconocían el trabajo de Michael gritando “Kiske! Kiske! Kiske!” y, bajo la orden de los líderes de la banda, prendían las luces de sus smartphones con un resultado conmovedor. No había ser en Wacken que no estuviera emocionado por esta reunión y que no quisiera dar cada gota de energía a este histórico momento que duró dos horas y media. Hasta el cráneo de toro en llamas que separa los escenarios principales parecía más emocionado de lo normal.

Helloween

Mientras Helloween acaparaba la atención del festival, algunos otros prefirieron ir a escuchar otras propuestas musicales. En el W:E:T Stage del Bullhead City Circus, Grutle Kjellson e Ivar Bjørnson llegaban con Enslaved para presentar el disco E con Storm Son y Sacred Horse, pero sin dejar de lado el resto de su discografía gracias a Roots of the Mountain, Loke y Allfǫðr Oðinn. Y… ya. No hubo más canciones; sólo tocaron 5. Pero Enslaved no necesitó más para demostrar por qué es una banda que merece mucho más reconocimiento gracias a sus atmósferas, su black metal, sus toques de progresivo, su oscuridad nórdica y su excelente despliegue musical.

Enslaved

Momentos después llegaba al Wasteland Stage una banda de Nueva Zelanda que apenas debutó este año y que, no obstante, han captado la atención del mundo entero. Imagínense que a sus 16 o 18 años se presentan en un escenario de Wacken y, además, lo llenan. Ese fue el caso de Alien Weaponry, formada por los hermanos Lewis y Henry de Jong en 2010, que pusieron a matear y moshear a muchas personas con su groove/thrash metal. Y no es difícil ver por qué han llegado tan lejos. El sonido que los tres jóvenes emiten parece como si lo dieran seis personas sobre el escenario; la entrega por su música y la fuerza que le ponen a las canciones es brutal. Eso, aunado al fuego nativo del Wasteland Stage que no sólo quema la piel sino que aturde los oídos, hicieron del show de Alien Weaponry – que incluyó canciones como Kai Tangata, Raupatu, Holding My Breath y Rü Ana Te Whenua – uno de los más poderosos de Wacken y, sin cuestionamientos, una de las más gratas sorpresas.

Alien Weaponry

Mientras Helloween continuaba con su espectáculo en el área del Infield, en el W:E:T Stage comenzaba la presentación de una banda que está negada a defraudar. Desde Suiza, Samael llegaba con su dosis de black metal industrial, poderosa y llena de vigor como sólo ellos lo saben entregar. Los hermanos “Vorph” – voz y guitarra – y «Xytras» Locher – teclados, baterías programadas y pequeña batería – desataban la furia y oscuridad de Rain, My Saviour, Luxferre y Baphomet’s Throne sobre una multitud relativamente grande que, sin duda, presenciaron otra de las grandes actuaciones de Wacken Open Air.

Samael

Una vez que Helloween concluyó su show de dos horas y media, Dimmu Borgir tomó el Faster Stage para, de esta manera, concluir con nuestras actividades. Resistir tres días de festival de principio a fin es una hazaña que muy pocos logran y que, si lo hacen, merecen todo nuestro respeto. El festival más importante del metal en el mundo estaba llegando a su fin, aunque no sin antes darnos una buena dosis de black metal sinfónico. Los noruegos presentaban Eonian, un disco que marcó el final de 8 años de ausencia musical. Pero, ¿lo valió? En parte. Dimmu Borgir se caracteriza por tener una gran producción en el estudio, pero en vivo deja un poco que desear. Fuera de lo que pudiera ofrecer Shagrath en la voz (y nada más porque no se mueve mucho sobre el escenario) o Silenoz y Galder en la dupla de guitarras, la banda no ofrece gran cosa. Quizás nos quedamos con la GRAN actuación que representó el concierto Forces of the Northern Night y esperábamos que esta actuación en Wacken estuviera a la altura, algo que era demasiado pedir; pero quizás también era nuestro cansancio acumulado el que no nos dejó disfrutar a Dimmu Borgir como nos hubiera gustado. Eso sí, poder escuchar Progenies of the Great Apocalypse, The Mourning Palace, The Serpentine Offering y Gateways en vivo fue un deleite que, a pesar de todo, nos dejó un gran sabor de boca para finalizar el festival.

Aún faltaba la presentación de In Extremo en el Harder Stage, pero ya habría sido demasiado para nosotros y teníamos que madrugar al día siguiente para tomar un camión hacia Itzehoe. Nos dirigimos una vez más al campamento para tener unas horas de sueño; el camino estaría plagado de pensamientos, sentimientos e ideas que daban vueltas en nuestra cabeza. ¿Qué fue todo lo que acabábamos de vivir? ¿Cómo habíamos sobrevivido? ¿Qué fue lo que más nos gustó y disgustó? ¿Cuáles son las diferencias entre los festivales de metal que conocemos en nuestro país y este, el más importante en el mundo?

Pero a pesar de las dudas, algo teníamos muy presente: sabíamos perfectamente qué era ser metalero, y una vez más nos reencontramos con ese bello sentimiento de cuando te consideras “metalhead” por primera vez.

Wacken no se trata solamente del cartel que presenta año con año ni de las enormes sensaciones que recorren el sistema nervioso con cada canción, sino de descubrir nuevamente qué es ser metalero. Este festival no solo tiene a muchas de las mejores bandas del planeta en su cartel, sino que tiene a muchos de los mejores fans del mundo en sus calles y terrenos. Porque la gente que va a Wacken lo vive, lo goza, se desgarra el alma simplemente con pisar por primera vez esta Holy Land. Estas personas tienen un espíritu festivo que dura todo el festival, ya sea que estés un día o la semana completa. Con mosh pits, walls of death, headbang extremo, Metal Yoga (¡Así es! Y puedes practicarlo en el escenario Welcome To The Jungle), lucha libre, pelotas de playa inmensas, abrazos, lágrimas de emoción, risas, emociones exaltadas y llevadas al límite, mucha cerveza y un gran respeto por el otro, Wacken se alza como un respiro en nuestras agitadas vidas en el que sólo importan dos cosas: la gente a tu alrededor y la música.

No hay nadie que no esté sonriendo o parezca que está pasando un mal rato. Todo es risas y diversión (metalera) en Wacken, no hay ni un solo problema. Todos somos uno gracias al poder de la música. Y si uno piensa en esto con detenimiento, se dará cuenta que es algo sumamente bello y único que no sucede cualquier día o en cualquier parte del mundo. Como diría una de sus frases emblemáticas: “the bands were good but the crew & fans were brilliant!” Las bandas estuvieron bien, pero el personal y los fans estuvieron brillantes.

Llegarás a Wacken siendo una persona; saldrás de ahí siendo una completamente diferente y que, seguramente, ha redescubierto el significado de ser metalero.

Nos vemos en Wacken 2019 para festejar 30 años de ser más ruidosos que el infierno, cada vez más “Faster, Harder, Louder”.

Nos vemos en Wacken, ¡con lluvia o con Sol! See you in Wacken, Rain or Shine!