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La serpiente blanca envenena tierras aztecas

Primavera de 1987. En la atormentada Ciudad de los Palacios que aún se relamía las heridas del terremoto que la había arrasado año y medio atrás, una voz anunciaba a través de un viejo radio Phillips sintonizado en el 790 de AM: “Este es un tema nuevo y se llama ‘¿Es esto amor?’, con la Serpiente Blanca”.

La historia de WHITESNAKE, banda impresionante centrada en la legendaria figura de un cantante proveniente del más alto linaje del rock duro británico, en realidad había arrancado una década antes, con un sonido más bluesy, más groovy y más funky, pero fue en 1987, con el lanzamiento de su álbum homónimo, cuando alcanzaría el estatus de estrella inalcanzable. Ese sería el momento en que WHITESNAKE fue conocido por el gran público, ese que consume “un poquito de todo” y además power ballads, pero también el “gancho” que provocaría que muchos neófitos aún pre-adolescentes nos interesáramos en su discografía.

Septiembre de 2005. El grupo formado por David Coverdale sacude a la capital mexica con un conciertazo de tan sólo una hora, en aquella ocasión en que Judas Priest les cerró el concierto en el Palacio de los Deportes. Anunciados como teloneros, se comieron de unos cuantos bocados al acto estelar. Que me perdonen los fans del Priest (soy uno de ellos, de hecho), pero el ataque en vivo de la víbora pálida fue letal. Regresarían en dos ocasiones más: a la Plaza de Toros México y de nuevo al Palacio de los Deportes, aquí otra vez junto a Judas Priest.

Septiembre de 2016. El viernes pasado atestiguamos en el Pepsi Center WTC que más sigue sabiendo el chamuco por viejo. 130 años, sí, ciento treinta, es la suma de las edades de Coverdale, ese jovencito que sustituyó a ni más ni menos que Ian Guillan en Deep Purple en 1974, y del baterista Tommy Aldridge, veterano de millones de batallas, miles de ellas libradas desde los tambores de Black Oak Arkansas, Ozzy Osbourne y hasta Thin Lizzy, Motörhead, Gary Moore y Vinnie (también Moore). Muy lejos de ser sólo unas glamorosas momias, poseen más vitalidad que muchas bandas de veinteañeros que andan por ahí.

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Cartel de WHITESNAKE en la Ciudad de México: 09 de septiembre de 2016.

 

Bad Boys” fue el primer acto de la noche. La respuesta fue explosiva, como se esperaba. David Coverdale, vocalista británico ahora rodeado de músicos gringos, podría ser el director de una academia mundial de rock stars; ninguno de sus movimientos ni de sus gesticulaciones tiene desperdicio. Metido en una camisa blanca con el logo de WS al centro de una bandera mexicana, fue entregándonos uno a uno genuinos cortes rocanroleros que se pasean en todo ese espectro hard rock/glam metal/classic rock/blues rock y cortes de esos muy fogosos, poderosos e infalibles estimulantes hormonales. Siguieron “Slide It In” y “Love Ain’t No Stranger”.

Un espectacular Tommy Aldridge, hecho para tocar en estadios, me hizo lamentar un poco no haberlo visto desde arriba, como en 2005, cuando decidí que tiene la mejor mímica baterística del mundo. Algo ha perfeccionado su movida y su pegada a sus sesenta y seis. Cada brazada merece un aplauso. Con “The Deeper The Love” la miel se regó cual lava volcánica. Seguirían “Fool For Your Loving”, presuntamente inspirada en el truene del primer matrimonio de Coverdale, y “Ain’t No Love In the Heart Of The City”, otro himno indudable del rock con feromonas. “Judgement Day”, la siguiente, fue acaso la pieza más intensa e hipnótica de la noche.

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David Coverdale, entregado al público mexicano. Foto cortesía de Marieluchis MT.

En magnífico trabajo de equipo durante todo el concierto, los guitarristas Reb Beach –ex Winger y ex Dokken–, con catorce años en la banda y miembro más antiguo de la misma sin contar a Dave, y Joel Hoekstra –Night Ranger y solista–, un súper guitarrista con mucha melodía y precisión que incluso opaca bastante a Beach (y muy ’carita’, pues las rockers le celebraban todo), tuvieron sus tradicional espacio para los solos de guitarra, ese momento que a veces pareciera tan anacrónico para muchos pero que sigue siendo uno de los clímax de la noche cuando se trata del show de unos veteranazos. Ah, el bajo. Es una lástima que en el hard rock, sobre todo en el más “radiable”, tenga normalmente un papel secundario, pero Michael Devin también tuvo sus minutos de gloria y un interesante y breve solo con un bajo pasado por un cry-baby. Sólo el tecladista Michele Luppi se limitó a un papel más discreto.

Con la bluesera “Slow An’ Easy” regresó la banda completa. Ya era momento de un viejo clásico (bueno, uno más viejo). El momento con más groove de la noche, con un inicio de rola muy… ¿Zeppelin? Just my opinion. Aquí cabe cuestionar algo: como no hay conciertos perfectos, ¿qué podríamos reclamarle a WHITESNAKE? Acaso que no hayan decidido incluir más temas de esta época, cuando rockeaban en forma más natural y con menos compromisos comerciales. Acaso que no hayan tocado dos o tres rolas más en lugar de esos solos.

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La magnífica mancuerna en las seis cuerdas: Beach y Hoekstra. Foto cortesía de Brenda Molina.

Cryin’ in the Rain”, la más oscurita del 1987, y un poderoso solo con y sin baquetas de Aldridge, rebajaron atinadamente cualquier atisbo de empalagamiento y prepararon el terreno para la madre de todas las baladas, “Is This Love?”, con un majestuoso trabajo guitarrístico de Hoekstra. Qué tipo tan guapo, tuve que aceptar además. Pero esta es una reseña seria. Vamos con la que sí me puso a brincar: “Gimme All Your Love”, ese boogie bailable no por ello menos romántico, y que fue antesala de la más esperada: “Here I Go Again”, energética, tierna y motivacional donde las haya.

Nuestros muchachos regresaron en menos de dos minutos para un encore que arrancó con “Still of the Night”. Cuántos grandes temas co-escribió el gran guitarrista John Sykes junto a Coverdale… y qué ingrata es a veces la historia cuando de reconocer estas cosas se trata. Concluida ésta y en medio de la algarabía, Mr. Coverdale, sosteniendo una manta alusiva al club oficial de WHITESNAKE México, dirigió las siguientes palabras al respetable: «Muchas gracias, thanks for your hospitality! Mexico City: Be safe, be happy and dont’ let anybody make you afraid».

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«Ciudad de México: Cuídense, sean felices y no dejen que nadie los atemorice». David Coverdale. Foto extraída de la fanpage Whitesnake México.

La última de la noche sería “Burn”, auténtica masterpiece, la rola más trascendente de los días de Coverdale en Deep Purple y una de esas obras que se convertirían en plantilla para un estilo de hard rock y metal melódico que llevarían muy lejos guitarristas y bandas de todo el mundo, de Suecia a Argentina, de Alemania a Japón, de Finlandia a Italia.

Se acabó. Los Snake siguen con mucha, mucha cuerda, y seguramente siguen haciendo palidecer a varios de sus contemporáneos. No sabemos si volverán con una alineación que incluya a los mismos miembros además de Aldridge y Beach. Dependerá del temperamento de Coverdale. Pero mientras éste siga, hay larga vida para la serpiente blanca.

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Así concluyó el magistral concierto de WHITESNAKE en la Ciudad de México. Foto cortesía de Brenda Molina.
SETLIST DE WHITESNAKE EN LA CIUDAD DE MÉXICO
  1. Bad Boys
  2. Slide It In
  3. Love Ain’t No Stranger
  4. The Deeper the Love
  5. Fool for Your Loving
  6. Ain’t No Love in the Heart of the City / Judgement Day
  7. Slow an’ Easy
  8. Crying in the Rain
  9. Is This Love
  10. Gimme All Your Love
  11. Here I Go Again
  12. Still of the Night
  13. Burn